Negármelo también para no ser débil.
Mostrarme mejor que todos, más fuerte.
Los llanos - Federico Falco
Rastros
de inminente calvicie quedan sobre el bidet. Decenas de pelos dibujan el cambio
de piezas capilares, casi diminutas, débiles se despiden de la vida orgánica
para siempre. Esos restos de vida no irán al paraíso ni volverán a nacer.
Desayunando
el viernes con Belén y Lucio gastamos dos horas conversando sobre la buena
alimentación, el buen vivir y de cosas que entretienen un poco la cabeza.
Cuando dimos cuenta de eso nos preguntamos si lo más preocupante era el tiempo
perdido o el que va a venir. Lucio dijo que el perdido; Belén, con los ojos cristalinos,
prefirió destapar una de las dos botellas de vino que nos esperaban desde hacía
rato diciendo que el mejor tiempo es el que vendrá.
Lo
cierto es que vivir se asemeja bastante a una tragedia griega, a una argentina.
Dije y prendí la pipa y, después de la primera bocanada, pregunté sobre unos
ruidos no muy lejanos a nosotros. Nos acercamos a la habitación principal y el
ruido era enloquecedor. Se parecía al golpe hueco que se desprende cuando un
palo impacta sobre el fondo de un balde vacío boca abajo. Lucio abrió la puerta
del ropero y apuntó con el dedo índice el presunto origen del ruido. Belén seguía
con la copa de vino en la mano mientras yo volvía a encender la pipa. Por qué
no corremos el mueble para escuchar mejor, le dije y me senté en la cama. El agujero
descubierto se asemejaba al tamaño de una tapita de gaseosa. En esos momentos
no sabíamos si el aumento del volumen de los golpes era por el miedo en
nosotros agazapado o realmente del otro lado el sonido había subido. Belén
sugirió mirar para el otro lado, pero nadie se ofreció para hacerlo primero. Cuando
por fin el ruido aminoró la intensidad, Lucio, con voz grave dijo que él se
animaba. Después nos miro y con las manos nos señaló que lo hiciéramos. Yo me
quedé asustado porque Lucio no habló más. Belén dejó la copa de vino en el piso
quejándose del mal sabor y yo intenté encender la pipa varias veces, pero el
fuego ya no quemaba. Le dije que me iba, que prefería no asomarme y volvimos a
conversar sobre semillas activadas, verduras orgánicas y consumo de carne.