Poco antes del 11 de septiembre, día que se recuerda, entre otras cosas, el fallecimiento de Domingo F. Sarmiento, dejamos aquí algunas bolureflexiones que bien podrían pensarse en retrospectiva y, por qué no, como consecuencias de las decisiones pretéritas.
Sabemos que en su honor, cada 11 de septiembre, se conmemora el día del maestro. Profesión que fue, poco a poco, erosionándose a lo largo de las décadas. Esto no pudo haber ocurrido sin la colaboración del estrechismo intelectual que, muy de a poco, fue ganando terreno en el sentido común. A 136 años del fallecimiento del “padre del aula”, ser maestro en la actualidad significa, entre muchas otras cosas, un verdugo de “la gran familia argentina” que como se sabe, ha callado en los momentos más negros de nuestra historia reciente.
Sarmiento, a Domingo me refiero, creyó más en la educación que las bestias que hoy lo reivindican inaugurando bustos rodeados de palabras vacías alimentadas, seguramente, por la joya del siglo conocida entre la intelectualidad porteña como IA. Lo cierto es que esa runfla intelectualoide, no tiene nada de inteligencia si lo comparamos con su artificialidad. No saben, por que no les interesa, tal como ocurre con sus electores, que sus próceres preferidos fueron personas interesadas en el desarrollo del país. No postulaban-abro polémica- el retroceso, ni mucho menos la venta planificada del país naciente como ocurre en estos días.
En pocos meses, sin desconocer el pasado reciente, el desmantelamiento del desarrollo científico en Argentina es bestial; el ninguneo a los profesionales de la educación es vergonzoso; en contraposición, la persecución a quienes pelean por el derechos del conjunto solo tiene comparación en períodos dictatoriales. Quien se atreva a dejar el teléfono por unos minutos podrá enterarse de la paralización de la obra del reactor CAREM, desarrollo de vanguardia que pone a nuestro país a niveles, tan deseados por el medio pelo, comparables a Estados Unidos. Si hacemos el ejercicio de razonar sobre lo que hubiera ocurrido, podemos asegurar que Sarmiento llamaría a la runfla gobernante barbarie. El salario docente y el ejercicio de sus derechos no es comparable con una carterita o una bufanda de regalo; supongo que el mejor regalo para los profesionales de la educación es acompañarlos en la lucha diaria que, como podemos comprobar, es desigual por donde se las mire.
Y a la progresía (rosista por obligación histórica y mucho menos por convicción) tendría que saber, al menos de forma rudimentaria, que Sarmiento, contradictorio por donde se lo mire, como cualquier otro humano, también pensaba parecido a lo que hoy reivindican:
“Nuestros hacendados no entienden jota del asunto, y prefieren hacerse un palacio en la Avenida Alvear que meterse en negocios que los llenarían de aflicciones. Quieren que el gobierno, quieren que nosotros que no tenemos una vaca, contribuyamos a duplicarles o triplicarles su fortuna a los Anchorena, a los Unzué, a los Pereyra, a los Luros, a los Duggans, a los Cano y los Leloir y a todos los millonarios que pasan su vida mirando cómo paren las vacas. En este estado está la cuestión, y como las cámaras (del Congreso) están también formadas por ganaderos, veremos mañana la canción de siempre, el payar de la guitarra a la sombra del ombú de la Pampa y a la puerta del rancho de paja”.
Quieren ser Alemania y odian el conocimiento científico...
ResponderEliminarhttps://www.clarin.com/sociedad/ciencia-argentina-jaque-proyectos-clave-frenados-falta-recursos-investigar_0_nA98zf8qd5.html
Yo soy docente y la carterita no me importa nada, me importa que resignifiquen nuestra profesión con mejor salario y condiciones. Asi siguen ninguneando la profesión.... Y después se jactan de "celebrar" nuestro dia
ResponderEliminar