Breve Historia De Los argentinos




 Obligado epígrafe: “Lo lejano e incierto puede también no ocurrir.”


Mis manos transpiradas,la camisa húmeda,los pies tratando de acomodarse en el par de zapatos prestado(“La literatura contemporánea se escribe bajo la huella de esa imposibilidad,que es la imposibilidad que posibilita una literatura radical”).La noches en Buenos Aires cada vez son más cortas tanto como las listas de buenas ideas.Pruebo mi puntería.Delante mío un tacho de basura de boca chica es mi objetivo.De cinco colillas de cigarrillo solo acerté a dos.Pienso en mi mala puntería y lo asocio con otras cosas.Alguien pasa,escupe al piso y casi simultáneamente,como imitando una cadena de montaje,otra persona pisa con uno de sus zapatos la irregular figura de saliva transformándola ,según la crítica especializada, en una obra espontánea sobre la vida cotidiana(La crítica es canónica,es constructiva,es complaciente,es educada,progresista como la buena literatura).

Primero llegaron Francisco y Claudia y comenzaron a hablar sobre la obra.Yo los escuchaba como podía porque estaba más atento a tu inminente salida.Te confundí con varias personas y hasta amagué ir a buscarte.Qué cosa extraña esa de confundir apariencias.Será que en el afán de distinguirse, al fin y al cabo somos muy similares.Francisco hablaba de vos incansablemente y yo asentía. Que qué buena actriz eras;que qué buena cantante;que qué maravilla tus vestidos.En eso alguien se acercó para pedir fuego y por la prisa para que Francisco

(“No te lleves de palabras,

charle Pedro o charle Juan,

los corderos en la mala

se hacen lobos al triunfar”)

dejara de hablar,encendí el fósforo y me quemé la punta de los dedos.El señor que esperaba con el cigarrillo entre sus apretados labios sonrió al darse cuenta y agarró la caja e hizo todo más sencillo.Yo también sonreí para disimular la vergüenza de la evidente torpeza.Finalmente Francisco calló pero Claudia empezó a darme una lista de instrucciones sobre cómo tratar a los artistas,sobre tu sensibilidad,sobre la multitud que asistió al estreno,sobre el traje que llevaba puesto,sobre la necesidad de abandonar mi costumbre de fumar.Yo la miraba simulando atención pero a ella le importaba más su discurrir retórico que lo que yo tenía para responder.A Francisco le hubiera venido bien unos vidrios oscuros para sus anteojos porque se le notaba mucho la dirección de sus ojos mientras salían las bailarinas del teatro.Claudia lo miraba de reojo mientras se mordía los labios y cada tanto me hacía un comentario sobre su falta de confianza en Francisco.Pero Francisco era tan buen tipo que nadie lo creía capaz de engañar a su novia.Desde chico era entrador y con ese detalle no menor le bastaba para conquistar a las maestras en los recreos y en los actos escolares.Cuando recitaba versos de Vallejo o de Lorca(“Hay una increíble cantidad de libros que se escriben solo para satisfacer el gusto de los profesores universitarios más sofisticados”)hacía suspirar al aula entera menos a mí que sabía que esos versos los había aprendido la noche anterior después de haber leído la contratapa del diario.Qué sinvergüenza,pensaba yo,el muy descarado había aprendido el arte de la persuasión desde muy chico.


De repente estabas cerca conversando con una periodista rodeada de cámaras y flashes.En ese momento me acordé de la conversación que tuvimos última la noche de navidad, sentados en el cordón de la puerta de tu casa.Te quejabas de las preguntas tontas y nos reíamos a carcajadas de los ejemplos que se nos ocurrían.En el medio de esas preguntas nos besamos por primera vez.Me dijiste también que a vos siempre te había gustado bailar y que te salía de adentro,que no pensabas tanto cómo hacerlo,que era un placer difícil de explicar.Allí supe que vos eras de otra naturaleza, de que tus pensamientos estaban muy lejos del mundo común y corriente.No sé aún los motivos pero cuando nos despedimos sentí lo que se siente cuando el coche de la montaña rusa baja a toda velocidad.Con el tiempo tu carrera fue mejorando y pudiste irte del barrio y te llevaste a tu familia menos tu hermano que quiso quedarse con su taller mecánico.Por una larga temporada viviste en Italia y en Francia.Supongo que fue la distancia la que nos decidió terminar nuestra relación.Yo te miraba en la televisión y cada vez que tus ojos apuntaban al cielo yo sabía que una de las preguntas te había molestado.Yo también me fuí,pero a Paraguay.Hice historia como quise desde siempre y encontré trabajo en un museo sobre la guerra de la triple alianza.Me casé con una colega,pero al poco tiempo nos separamos porque yo había desarrollado una adicción al trabajo que todavía conservo.


Salí de los recuerdos y poco a poco fui acercándome hacia el lugar donde estabas.Poco antes me había metido las manos en el bolsillo del pantalón y tantee el papel donde estaba escrito el poema que tenía pensado regalarte.Un poema copiado porque yo no estoy dotado de esa virtud que tienen los poetas para escribirlos.Fiel a mi costumbre elegí versos dramáticos porque son los únicos que me hacen sentir esto que siento ahora mientras camino hacia vos.Si nada tiene que ver con el dolor, como dice el poeta, me pregunto por qué es que convive conmigo todo el tiempo.Ya estoy cerca,te miro y cuando me tenés en tu radar visual sonreís y yo no puedo disimular la alegría de volver a verte.Mi inseguridad hace que tropiece con una banqueta y al tiempo que evito la caída escucho risas y me mareo.Alguien me agarra antes de estrellarme con el piso y logro levantar la cabeza pero el mareo persiste.Miro para atrás y localizo la banqueta con la me tropecé y me siento.Francisco y Claudia miraban todo desde afuera y escuché que dijiste que te estaban esperando.Te paraste adelante mio y me extendiste los brazos y yo tomé fuerzas y logré abrazarte.Cuando me dí cuenta de lo que estaba pasando ya éramos un recuerdo en decenas de cámaras fotográficas.Salimos agarrados de las manos y yo me aseguré de haber conservado el poema metiendome la otra mano en el bolsillo.Allí pensé la cantidad de decisiones que resolvemos interiormente antes de definirnos por la que creemos más adecuada.A pocos metros de la salida no sabía si volver a abrazarte,si felicitarte si darte el poema,si mantenerme callado o no hacer nada y seguir caminando de tu mano.Entonces me cerré el saco y me saqué el pelo de la cara.Ya en la vereda me encandilaron las luces de los flashes.Miré a tu alrededor y volví a marearme.En eso,como si vos te hubieras dado cuenta del peligro inminente,me preguntaste en voz baja, ¿qué de todo esto es real?  


¿FIN?






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