NOSOTROS NO SABÍAMOS NADA DE LEÓN

 

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Francisco, papa: 

Hoy, 3 de Septiembre de 2020, León Ferrari, cumpliría 100 años, un siglo, diez decenas. Antes de que usted comenzara a ser llamado por su nombre artístico, Francisco, el arzobispo Jorge acusó a Ferrari de blasfemo. Quiera usted recordar que una cancelación no siempre tiene los resultados que uno espera a priori quiero decir que, silenciar el grito, puede dejar marcas en la piel; cancelar, a veces resulta contraproducente, amplifica el grito. Miré, si la cancelación tiene doble filo uno me cortó, quizá el que usted no esperaba, el que usted no dominaba. Jorge, digo Francisco, yo sé que usted cree tener todo en sus manos y que la vida aquí, en la tierra, no es más que un pasaje finito y transitorio. Eso lo sé, me lo decía mi abuela, mi catequista, mi ex novia, el cura que me casó; pero sabe qué Francisco, yo, gracias a usted, papa, me hice miembro del CIHABAPAI (Club de Impíos, Herejes, Apóstatas, Blasfemos, Ateos, Paganos, Agnósticos e Infieles). Sé que es intolerante, imagino el temblor de sus manos mientras lee estas fútiles palabras, hasta creo escuchar el sonido de los agitados latidos de su corazón: imagínese, imagíneme, imaginemonos. Le confieso que es un merito suyo el que yo sea parte de ese club: le gusta, se siente más cómodo, no que yo sea parte del club gracias a usted; con la confesión, le digo.

Lo recuerdo como si fuera hoy. El cielo estaba celeste celeste, igual como el que vio Belgrano el día que pensó en los colores de la bandera, de la nuestra, de los borbones. Yo caminaba por las calles porteñas tratando de entender un poco la locura argentina, un poco. Era 2004: ¿Se acuerda? ¡Qué lio! Kirchner gobernando, Duhalde traicionado, el peronismo fragmentado pero gobernando, el radicalismo refugiado cerca de la Sociedad Rural, trabajadores desocupados, hijos e hijas hambrientxs, Kosteki y Santillán asesinados, el asesino en la casa, la izquierda discutiendo si Trotsky o Lenin o mejor Luxemburgo que era más de centro, ahorristas devenidos en piqueteros, piqueteros devenidos en estigma social, nunca en ahorristas. Menos mal que se fue, Jorge, menos mal, le hubiese dado algo.

Pero no nos vayamos tan atrás. 2004. Centro Cultural Recoleta. Usted arzobispo de Buenos Aires. León Ferrari, León. ¿Yo?, un joven con pocas expectativas laborales y académicas, pero dudoso del silencio de dios, del silencio y de dios. Ya sé, no me diga. La duda. Que le molesta la duda. Créame que no lo puedo evitar: usted entiende de creencias, compréndame sin ofenderse o en todo caso perdóneme, que de eso también entiende.

Lo cierto es que el griterío en las inmediaciones del Centro Cultural Recoleta me llamaron la atención. Lo primero que pensé es que la gente de bien que vive por allí se rebeló con el patagónico. Me pareció un poco apresurado, pero bueno, ya vio como es todo acá, en Argentina. Hay momentos que pienso en Yrigoyen, en Alvear, en Justo, en los radicales, en los personalistas, en los antipersonalistas; en el ejército, en Ramirez, en los fusilamientos a obreros, en el fraude; en Yrigoyen y en los fusilamientos, en Alvear y en el fraude, en Ortiz y la enfermedad; en Perón y en la proscripción, en la isla Martin García, en Rojas y en Perón, en Aramburu, en Perón y en los testículos de Cipriano Reyes; en Frondizi y en Perón, en la traición y en Frondizi, en el Che y en la reunión; en todo pienso, papa: ¡qué le voy a contar yo de mano dura, qué le voy a contar! ¡Videla! ¡Massera! ¡Guardia de hierro! ¡Por favor, papa!



Nada de rebelión, nada. Solo un grupo de personas rezando frente al CCR y otras prepoteando a los guardias para entrar. Azorado pregunté a una mujer qué pasaba allí dentro. Se levanto del piso y vi que sus rodillas estaban rojas, rojas de arrodillada en el piso; pensé: esta mujer tiene el paraíso asegurado. Me dijo: que qué pasa, que no sabes que este país está lleno de blasfemos, habría que haberlos matado a todos, marxistas mugrientos y ahora hay que mantenerlos, me gritaba casi pegada a mi oreja. Quién le habrá dicho a esta señora que marxismo es sinónimo de pobreza, me dije. Le agradecí por la explicación y me dirigí a la boletería. El chico que me picó la entrada  me advirtió de que mejor me fuera a tomar el té a la confitería porque adentro había lio, así de claro, así de correcto. Caminando por el tumulto, papa, escucho la campana de la iglesia. Ese sonido, colonial presumo, musicalizó mi primer encuentro con la obra del blasfemo, León, Ferrari, el artista que usted trajo hasta mí con su carta. Fue fabuloso papa y cuánto se lo agradezco. No sabe el cachetazo de realidad que tuve al ver a Cristo, a Jesucristo colgado de las alas del avión del ejército norteamericano. ¡Qué impresión papa! El arte es eso vio, no se explica, pero cuando se siente: ¡ay, dios!

 *


No quiero robarle más tiempo, Jorge. Sé que esto de ser CEO del cielo en la tierra es laborioso. Solo dos cosas más: esta tarde, el presidente francés, Emmanuel Macron, dijo desde el Líbano, ex colonia francesa, que la libertad de blasfemar está ligada a la libertad de conciencia y también dijo que es un deber no tener un discurso de odio y de respetar, papa. No tan parecido opinaba usted hace unos dieciséis años cuando en la carta en repudio a la exposición dijo que se encontraba dolido por la blasfemia perpetrada en el CCR. Ya sé, ni la Tercer República, ni Diderot, ni Voltaire, ni Rousseau, nada, ni de surrealismo; ni Mariano Moreno, ni Monteagudo, nada. Entonces, para cerrar le propongo tipificar la blasfemia: blasfemia ortodoxa, blasfemia heterodoxa; la primera: ofensa sobre la majestad divina; la segunda: ofensa a los miembros del CIHABAPAI (Club de Impíos, Herejes, Apóstatas, Blasfemos, Ateos, Paganos, Agnósticos e Infieles) toda sugerencia, consejo y repudio de la autoridad de la divinidad en la tierra terrenal. ¡Justicia papa! ¡Justicia Francisco! ¡Justicia Jorge!

Gracias por haberme tendido puentes a la obra de quien hoy hubiera cumplido 100 años. Un siglo. Diez decenas. Esta es la segunda cosa, la otra.

Pedido del Club

 Papa: gestione la anulación del juicio final y de la inmortalidad, y el desalojo y demolición del infierno.

Su servidor.


 *Las imágenes utilizadas son propiedad de:

https://leonferrari.com.ar/relecturas-de-la-biblia/

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