"Un
amor que se sabe, un amor Ideal, lleno de valores,
no es sino un amor agarrado, inhibido, asido
por la identificación."
Alexandra Kohan
I
Beni, hola, ¿Cómo estás, te acordás de mi? Soy Poly, la directora del centro de estudios literarios y tu amiga (me rio). Bueno, te escribo para contarte que hace unos días te vimos con Lucha en La Farmacia y no nos animamos a saludarte porque creímos que después de tanto tiempo no ibas a reconocernos. Te reconocimos porque hay algo en vos que es poco habitual hoy en día y es esa neurótica obsesión de estar oculto pero a la vista de todos los ojos. La idea del mensaje es avisarte que Lucha se separó y que volver a verte fue para ella muy fuerte y aun conserva rastros de aquellos días. Uno de los motivos fuiste vos o mejor dicho los recuerdos que aun viven en ella, tus huellas dice Lucha. Sé que pasó mucho tiempo y que quizás esto no contribuya para nada, pero quería que supieras que ella nunca te olvidó e intuyo que vos tampoco. Cometerías un error si pensaras que escribo yo en nombre de ella porque si bien la que escribe soy yo y lo hago en nombre de ella, más lo hago por ese engendro envidiable que fueron ustedes dos. Lucha no sabe nada de esto y únicamente abrí esta cuenta para escribirte y verificar que estás por acá dando vueltas alrededor de nosotras. En el fondo fondo sabía que iba a encontrarte en el mismo lugar en que te conocí porque uno siempre vuelve a donde fue un poco feliz. Me alegró verte otra vez por el barrio. Se te nota que creciste un poco, a mi también se me nota pero no quiero volver a tener 15 años otra vez, prefiero cargar con algunas décadas mas, como ahora.
Besos
y abrazos, amigo.
Poly
II
“Lo que está en juego en la risa se produce cuando
la demanda llega a buen puerto,
a saber, más allá de la máscara, y encuentra,
no la
satisfacción, sino el mensaje de la presencia.”
Jacques Lacan
Poly,
cómo no me voy a acordar de vos, es difícil olvidar el sonido de tu voz
astillándose y astillándonos el alma mientras recitabas Amparo. Todavía, cuando
rememoro ese atardecer, siento la fragilidad de mis piernas y el sudor de mis
manos cuando vi a la doctora por primera vez. Sí, aun conservo esa manera de
nombrarla porque es la única vía de recuerdo permanente además de sus
publicaciones tan destacadas. Apenado estoy porque me entero que estuvimos tan
cerca y ni siquiera pudimos darnos un abrazo. Regresé al país hace unos días
pero rápido vuelvo al circuito habitual. Bs As conserva un poco del viejo mundo
nostálgico que soñaba alguna vez encontrarse con Olivera y La Maga en cualquier
bar nocturno y por supuesto, yo soy un poco más conservador, menos soñador,
pero más nostálgico que antes. No sé si eso es bueno o malo.
Mi
sentido de la estructura me obliga a escribir tema por tema de manera casi
mecánica. La noticia de la separación de la doctora no me alegró demasiado
porque, imagino, que su estado emocional no debe ser el más recomendados por la
autoayuda; pienso en el sufrimiento de Pía y de Augusto, estoy seguro que lo
entenderán algún día a pesar de que hay cosas en la vida que no se entienden
porque no están para eso.
Mientras
te escribo un vendaval de recuerdos pone en jaque mi tranquilidad y lo advierto
en mis manos que digitan cualquier cosa. Es el calco emocional que sentía cada
vez que estaba con la doctora, me temblaba todo, perdía el control, me asustaba
de mí mismo, me sofocaba. Lo que te voy a contar es una confidencia: una semana
después de conocerla, luego de una llamada perdida en mi teléfono y suponiendo
que era ella, salí corriendo hasta el locutorio más cercano. Antes de llegar me
tomé de un árbol para tomar aire y preguntarme qué era lo que estaba haciendo.
Me di cuenta que ya era tarde, que lo contingente me había dado un gran
sacudón, el único hasta ahora, lamentablemente. Lo cierto es que hablamos y me
dijo que esperó por días mi llamado, que habíamos quedado en eso. Rápido me
alertó que Leandro estaba por ahí y que de un momento a otro cortaría, que aun
no le había contado de lo nuestro.
Como
sabrás, no estaré mucho tiempo en la ciudad, mi trabajo espera más de lo que
puedo dar y eso, en algún momento, lo voy a tener que arreglar. ¿Te acordás
cuando discutíamos sobre la diferencia entre el deseo y las ganas? Bueno, a mi
deseo de escribir le sumé mis ganas de criticar y a mis ganas de criticar mi
deseo de escribir. Antes de abrir un paquete de yerba (por fin) en territorio
argentino leí unos cuadernos que escribí de chico en donde advertí que cambié
poco, que me indignan las mismas cosas y que el deseo de escribir, en ese
entonces soñado, se ha materializado.
No
sé qué decirte Poly. No sé qué es lo que me va a pasar cuando vea a la doctora
otra vez.
De
no haber cambios, los días pares, como siempre, voy a leer al bar. Lo contacté
al Mago.
Continuara...
No hay comentarios:
Publicar un comentario