¿Qué hace un cuerpo cuando filosofa?

 








Advertencia socarrona: Usted está a punto de leer más de 140 caracteres. Si eso no supone un inconveniente, probablemente se tope con información que no conoce; tiempo atrás, ese inconveniente intelectual era muy bienvenido. Lo era porque eso implicaba ir hacia las profundidades de la información recibida y del pensamiento; generalmente, el trabajo era colectivo pero no por eso menos arduo. De aquí en más, todas las consecuencias que pueda haberle producido esta advertencia queda enteramente bajo su responsabilidad. 


 EL FILÓSOFO INSURRECTO


El 16 de diciembre murió en París Antonio Negri. Intelectual y militante político de los que se jugaba el pellejo, de los que ya quedan pocos. Curiosamente y aunque no lo parezca, un intelectual, también es materia, es cuerpo vivo. Por eso, ser militante no significa directamente ser intelectual ni viceversa. Que Negri haya fallecido deja un agujero, deja un vacío que quedará vacante. Lo curioso es que últimamente nos han enseñado a llenar los vacíos con múltiples frivolidades que salen en cada reunión, en cada mesa. Si se presta atención a otra cosa que no sean las pantallas ni las ofertas de las plataformas, se comprueba que ya no sabemos de qué hablar porque nos hemos igualado a las cosas. 

Al inicio del libro Historia de un comunista se leé: “¿Papá, qué quiere decir morir?, me pregunta mi hija. La muerte no existe, le digo con una mentira. Cuando nos vamos, que nuestros miembros se enfríen es una ilusión; se convierten más bien en una centella y en un movimiento de ese deseo caótico, de aquella llama que nos ha generado. Morir no duele, no es real: lo que duele es fantasear sobre la muerte. No hay que tener miedo: cuando vivimos, la muerte no está…” Es una respuesta que requiere leerla más de una vez y así no se llega a comprender la belleza y la profundidad que contiene; ahora que está de moda nombrar filósofos a personas que hacen videos de un minuto sobre algo relacionado con la filosofía o a quienes escriben best sellers, es una buena oportunidad para distinguir entre una cosa y otra. 


Actualmente se desestima a quienes usan las palabras para producir discursos y, sobre todo, para combatir a las palabras huecas que salen de las usinas de pensamiento de la industria cultural 2.0. Industria que entrega permanentemente vidas prestadas que nunca van ser propiedad de quienes reciben esos préstamos hipnotizados por los cantos de sirenas.

Negri elaboró a lo largo de sus libros y de su militancia, incluido el exilio y la cárcel, un discurso de acción, no de quietud, no de silencio. Ese tipo de discurso es hablado con el cuerpo, uno que se ve en los mutilados, en los excluidos. Curioso es nombrar a los excluidos y no pensar en su propia voluntad que gustosamente los conduce por el camino de la miseria. Los más orgullosos están nadando en un mar de verdades que incluye creer que la tierra es plana y que a cuanta mayor libertad más y mejor vida. Negri dice: “La libertad no crea la igualdad: es la igualdad la que crea la libertad.”

¿Saben a dónde está la verdad? No lo sé, pero puede detectarse yendo a barrios carentes de todo y otros carentes de conocimientos pero imaginando vidas que nunca serán suyas porque los más cercano que pueden estar de esas vidas soñadas es en la cocina o en la garita de la seguridad privada.

Negri leyó, debatió, amó, luchó toda su larga vida. Una que lo llevó a pensar en la posibilidad de un comunismo que sea capaz de rechazar el trabajo que nada le deja a sus productores, característica que se verifica en este tiempo como impropia. Asistimos a un momento histórico en donde trabajadores sin calificación gozan de la represión que cae sobre otros pocos que deciden cortar cadenas y salir a luchar por sus vidas. Da pavor. Es mentira que el trabajo tal como lo conocemos dignifica, copiosas bibliotecas lo demuestran. Sólo hay que animarse a hacer una sola cosa a la vez.

Nos gobierna una derecha vulgar, tosca, analfabeta, bruta e incapaz de comprender las corrientes políticas, sociales y económicas que dieron cuerpo a nuestro país. Esto es producto de la incapacidad de las fuerzas políticas partidarias progresistas o peronistas de llevar adelante un programa radicalizado. Pero al mirar hacia atrás se comprende que no hubo ni va a haber programa, ni mucho menos radicalidad porque el progresismo en Argentina no lo es, no lo soporta. Prefiere sentarse en la mesa de la UIA o de la SRA y sacarse fotos como perritos falderos; ningún poder popular se construye de arriba hacia abajo incluso cuando las bases progresistas canten por la liberación mientras le entregan contratos a los dueños de todo. Esas son algunas de las luchas que intentó dar Negri, por eso la cárcel, por eso el exilio. En esos tiempos, Negri escribió uno de sus libros más importantes La anomalía salvaje, texto sobre B.Spinoza, otro filósofo excomulgado de los programas académicos. Sobre esto, Diego Tatián, agudo pensador argentino, escribió: “pocos libros de un filósofo sobre otro han dejado una marca tan honda y perdurable como La anomalía salvaje, que escribió durante su reclusión en la cárcel de Rebibbia. Sin tiempo para denostaciones o lamentos, simplemente ocupó los años de prisión en escribir un libro revolucionario que desde hace cuarenta años está en el centro de los debates spinozistas.”

El vacío que dejan personas como Toni Negri es amplio y muy profundo porque ya es poco común discutir ideas, programas, modos de vida; el pensamiento de Negri probablemente perdure en algunas bibliotecas y no muchos irán a buscarlo porque, como se ha dicho en la advertencia, se necesita compromiso político, compromiso intelectual, vínculos fuertes, artes subversivas y no contemplativas. Negri no fue un inocente y estas palabras tampoco tienen esa intención porque si la radicalidad apesta al status quo, será mayor hasta el último aliento.

Esto no se termina acá…

 

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