domingo, 15 de septiembre de 2024

LA EXPERIENCIA DRAMÁTICA


Mientras revuelve el café con una cuchara de plástico,lee por arriba un artículo firmado por uno de sus periodistas preferidos. Leer por arriba es un trabajo complejo aunque se crea lo contrario, se dice para justificar su creciente falta de atención;sin embargo,la falta de atención no es lo que le preocupa de sí. Lo aflige la falta de interés por lo que ocurre a su alrededor. 
Toma un resaltador del bolsillo del saco para destacar el siguiente párrafo:
Un país con buena gente. Un país pensado para gente de bien. Un país que expulsa a los propios pero se arrodilla ante el capital concentrado. Un país que, según la audacia del arlequín, la actividad económica sufrirá una contracción del -3.5 a fin de año cuando se espera que la economía en América Latina y el Caribe se expanda 2.1. Argentina, el país con buena gente, duplicará la magnitud de la caída del 2023 cuando la sequía, y otras cosas que no vienen al caso, arrasaron con la actividad económica. En pocas palabras, sin catástrofes naturales, Argentina avanza a paso de cangrejo.
Llama al mozo para pedirle la cuenta y piensa en leerle el párrafo y en pedirle su opinión, pero a medida de que el hombre se acerca su ganas de saber lo que piensa se disminuye a cero. Camina derecho por San Pedro, se peina una ceja con el dedo índice derecho y se mete a revisar el canasto de lana que hay dentro de la mercería de su amigo. Aburrido, se acerca al mostrador para agarrar un libro que se llama La experiencia dramática y su autor es Sergio Chejfec. Lee varias veces el título y se pregunta si lo que le pasó en el bar hace unos instantes no puede ser calificado como experiencia dramática. Ojea el libro unas cuantas veces hasta que escucha decirle a su amigo que se lo lleve porque es muy bueno, que le va a encantar, le dice y se pierde en los estantes del fondo del local. Sale sin saludar. Vuelve al bar y lee el libro empedernidamente. Mientras las hojas pasan le suceden cosas que solo un lector puede sentir con algunos libros. La materialidad del relato lo saca de contexto y se pregunta qué es lo que está leyendo. Avanza: “Rose entiende que la persona de la torre está a punto de pasar por su experiencia dramática.La experiencia dramática requiere de cierta disposición.Existe un instante previo obligado en el que la experiencia está lista para producirse,pero cuyo desarrollo se ignora.En general,sólo después de haber pasado por ella,a veces mucho después,es posible señalarla como experiencia dramática y construir el momento previo,el que ha servido de antesala o escenario-hasta entonces toda la historia es una línea insegura de puntos-”. Mira al mostrador para pedir un vaso de vino con soda y el diario que leyó hace unas horas. Llega todo junto. Vuelve a leer que Argentina va a paso de cangrejo y se da cuenta de que ha vivido una experiencia dramática, pero su angustia crece cuando se da cuenta de que es posible que pase todo el día,incluso toda su vida, sin que nadie le pregunte sobre esa experiencia. De un sorbo se toma el vaso de vino, mira la hora y se pregunta qué hace bebiendo a las once y media de la mañana de un lunes de noviembre. Camina hasta el negocio del amigo y lo encuentra cerrado. Se sienta en el cordón y enciende un cigarrillo. Abre el libro y lee “Esa tendencia adaptativa de la destrucción,que una vez consumada se somete a condiciones del entorno admitiendo distintas denominaciones,como abandono,devastación,ruina o decrepitud,intriga fuertemente a Felix y le resulta inspiradora.No porque la vea como metáfora del capitalismo ni mucho menos como síntoma de un desarrollo urbano particular,aunque en realidad tambien podria verlo de esa manera,sino porque encuentra en ella un reflejo de sí mismo.O mejor,más que un reflejo,siente que opera una sintonía.Ese paisaje representa la propia inopia en la que se encuentra instalada desde hace tiempo y, por eso se identifica con él.” Termina el libro y lo guarda en el bolsillo del saco y se mete las manos en los bolsillos del pantalón. El sol refleja su sombra en el piso y piensa en la imposibilidad de escaparse de ella y lo desespera saber que nunca podrá hacerlo.Dos palomas aletean cerca de su pie y, cuando decide alejarse,tropieza por evitar pisarlas. Ve una pareja de mujeres que esperan cruzar la calle y se pregunta si ellas han podido contarse su experiencia dramática. A él le gustaría hacerlo ni bien lleguen a subir el cordón, pero no las conoce y es allí donde piensa que es mejor volver al bar por otro vaso de vino, pero esta vez va a acompañarlo de un tostado de jamón y queso.

 

martes, 10 de septiembre de 2024

Bolureflexiones a pocas horas del día del maestro

 


Poco antes del 11 de septiembre, día que se recuerda, entre otras cosas, el fallecimiento de Domingo F. Sarmiento, dejamos aquí algunas bolureflexiones que bien podrían pensarse en retrospectiva y, por qué no, como consecuencias de las decisiones pretéritas. 

Sabemos que en su honor, cada 11 de septiembre, se conmemora el día del maestro. Profesión que fue, poco a poco, erosionándose a lo largo de las décadas. Esto no pudo haber ocurrido sin la colaboración del estrechismo intelectual que, muy de a poco, fue ganando terreno en el sentido común. A 136 años del fallecimiento del “padre del aula”, ser maestro en la actualidad significa, entre muchas otras cosas, un verdugo de “la gran familia argentina” que como se sabe, ha callado en los momentos más negros de nuestra historia reciente. 

Sarmiento, a Domingo me refiero, creyó más en la educación que las bestias que hoy lo reivindican inaugurando bustos rodeados de palabras vacías alimentadas, seguramente, por la joya del siglo conocida entre la intelectualidad porteña como IA. Lo cierto es que esa runfla intelectualoide, no tiene nada de inteligencia si lo comparamos con su artificialidad. No saben, por que no les interesa, tal como ocurre con sus electores, que sus próceres preferidos fueron personas interesadas en el desarrollo del país. No postulaban-abro polémica- el retroceso, ni mucho menos la venta planificada del país naciente como ocurre en estos días.

En pocos meses, sin desconocer el pasado reciente, el desmantelamiento del desarrollo científico en Argentina es bestial; el ninguneo a los profesionales de la educación es vergonzoso; en contraposición, la persecución a quienes pelean por el derechos del conjunto solo tiene comparación en períodos dictatoriales. Quien se atreva a dejar el teléfono por unos minutos podrá enterarse de la paralización de la obra del reactor CAREM, desarrollo de vanguardia que pone a nuestro país a niveles, tan deseados por el medio pelo, comparables a Estados Unidos. Si hacemos el ejercicio de razonar sobre lo que hubiera ocurrido, podemos asegurar que Sarmiento llamaría a la runfla gobernante barbarie. El salario docente y el ejercicio de sus derechos no es comparable con una carterita o una bufanda de regalo; supongo que el mejor regalo para los profesionales de la educación es acompañarlos en la lucha diaria que, como podemos comprobar, es desigual por donde se las mire.

Y a la progresía (rosista por obligación histórica y mucho menos por convicción) tendría que saber, al menos de forma rudimentaria, que Sarmiento, contradictorio por donde se lo mire, como cualquier otro humano, también pensaba parecido a lo que hoy reivindican:

“Nuestros hacendados no entienden jota del asunto, y prefieren hacerse un palacio en la Avenida Alvear que meterse en negocios que los llenarían de aflicciones. Quieren que el gobierno, quieren que nosotros que no tenemos una vaca, contribuyamos a duplicarles o triplicarles su fortuna a los Anchorena, a los Unzué, a los Pereyra, a los Luros, a los Duggans, a los Cano y los Leloir y a todos los millonarios que pasan su vida mirando cómo paren las vacas.
En este estado está la cuestión, y como las cámaras (del Congreso) están también formadas por ganaderos, veremos mañana la canción de siempre, el payar de la guitarra a la sombra del ombú de la Pampa y a la puerta del rancho de paja”.

lunes, 9 de septiembre de 2024

CINE MALO

 



¿Qué es el cine malo?¿Qué es el cine bueno?¿Qué determina que algo sea malo o que algo sea bueno?¿la crítica?¿el público?¿los propios realizadores? La respuesta es: ninguno de ellos. El cine malo y el bueno no existen. Existe el cine.
Lo que importa en el cine, como en la literatura, no es si tiene o no sentido lo que se está mirando, si el film es largo, corto o mediano, si ganó o ganó premios, sino la propia experiencia. Experiencia que, poco a poco, está siendo deglutida por las inmensas y eficaces fábricas de algoritmos humanos. Ver una película en el cine o leer un libro de papel no solo nos confirma la esencia sensible de nuestra especie, también nos entrega un conjunto de sensaciones que hoy podríamos llamarlo deseo. Esto es si estamos dispuestos a pensar por nosotros mismos en vez de que lo hagan por nosotros. Un ejemplo evidente son las conversaciones similares en las mesas de Buenos Aires, París, Berlín, Madrid, Roma donde los temas de la conversación son los mismos:¿viste la serie del profesor que enseña filosofía?¿salió la precuela de tal y cual?¿viste qué buena que está la serie del tipo que se hace pasar por otro?¿no es esa la mejor serie de todas las épocas?¿Es malo eso? No, no lo es. Lo triste es que, poco a poco, estamos perdiendo la diversidad de ideas. 
Estas reflexiones pesimistas acabarían si asumimos al cine como un accesorio más en nuestras vidas; eso sí que cambia la situación colocándola en otro orden de cosas, en el orden de las mercancías. Pero esto es otro tema, aunque pensándolo bien, podría ser una parte importante. Aún así, la pregunta que sigue orbitando en esta madeja de palabras es la siguiente: ¿Qué lugar le queda a la experiencia en un mundo donde todo es efímero?