ULTIMOS MOVIMIENTOS EPISTOLARES (FINAL)

 

X


 A  la teacher



                                                                                       “Era como si estuviera muerta, o como si,

antes de abandonarlo para siempre,

hubiera desperdigado por la casa las huellas póstumas de amor

 por las que quisiera ser recordada.”

El Pasado – Alan Pauls


¡Hola!

¡Doctora!

¿Puedo sentarme?

Acabo de salir de la Universidad y pensé que podía encontrarte acá. ¿Te regalaron mi libro o lo compraste?

Lo compré.

¿Te gustó?

No sé porque voy por la hoja 33, pero el prólogo me interesó mucho, sobre todo cuando escribís sobre mí y cambias mi nombre por el de tu escritor preferido.

Lo escribía mientras me estaba separando y pensé en cuidar alguna remota posibilidad de recuperar mi pareja. Poly insistió en que ya nada cambiaría el rumbo de las cosas porque ya estaba todo dado; mi decisión era indeclinable.

Vine a decirte que estuve pensando en lo que fuimos y no puedo dejar de hacerlo pero no estoy en un estado emocional para pensar más que en mi vida y la de los chicos. Yo me separo y apareces vos: ¿ te da tregua la vida, Beni?

XI

“Es imposible detenerse a contemplar el rio sin que a uno se lo lleve al agua”.

 Rebeldes, soñadores y fugitivos – Osvaldo Soriano

Doctora, hace unos días que Madrid está vestida de blanco. El tiempo no da tregua por el momento. La ciudad está casi sitiada porque las principales avenidas se han transformado en pistas de patinaje. Cuando volaba y el avión se dispuso a tocar tierra el viento quiso hacer saber quién tiene el control allí arriba sacudiendo todo ese monstruo que parece inmenso en tierra pero tan pequeño en el cielo. Ese sacudón, doctora, fue muy parecido al sacudon que sentí el primer día en que te vi. Fue tal que me costó hablarte, hasta que pude salir de las primeras  impresiones. Alguien me dijo en un bar que amar te agujerea y que nada de eso se elige y hoy me doy cuenta que aquella carcajada escéptica que propiné  se ha transformado en mi rezo diario. Todavía me acuerdo de tu cara cuando para mi cumpleaños me regalaste la primera edición de Rayuela, que yo no lo podía creer, que no era por la edición sino porque no recordaba haberte hablado de mis gustos literarios.

Sufro tanto a veces por no poder decir lo que siento que preferiría no sentir. Recurro a sencillas prácticas de escritura diaria para ver en tinta mis deseos menos ocultos. Los miro hecho oraciones y no me agradan tanto porque sé que adentro tengo más y que cada uno que vomite romperá la lógica de mis intenciones: el deseo, ese concepto tan fundamental. Evidentemente que es más fácil ser racionalmente lógico que irracionalmente ilógico porque, de ser así, dejaría todo en este momento y me subiría al primer avión que me lleve a Buenos Aires. Pero no puedo. Acá me acompaña una familia que, si bien no es la situación más cómoda ni deseada, es lo que supe construir después de nosotros. Tengo un problema con el deseo, no con el mío, al menos así lo creo, pero sí con el de los otros y eso no sé si es un atributo destacable. Con los años aprendí a despojarme un poco del egoísmo que concierne a mi profesión e incluso intenté ampliar ese movimiento y llevarlo a la dimensión amorosa. Entendí que debía tomarme en serio el deseo del otro, en este caso, el de ella, y eso hizo que mi precario sistema de valores comience a agrietarse progresivamente. Pero cometí un error no forzado y  es que olvidé tomar en serio el mío. Cuando decidí romper nuestra relación aquella tarde de verano me preguntaba si había hecho bien o no porque la sofocación en esos momentos era similar al vértigo de una montaña rusa. ¿Nunca tuviste vértigo en la cima de una montaña rusa? Ese no saber adónde ir me condujo a lugares inesperados y creo que fue eso lo que me tentó porque sabía, percibía, que entre vos y yo nada podía concebirse en el orden de lo impensado. Impensado era para mí vernos caminando por la calle sin el temor a ser vistos. Era la posibilidad de fantasear con algo más que dos veces por semana, algo más que dos tardes en hoteles. Fue el momento de protegerme y reprimir el deseo que me conducía hacia vos irremediablemente. Y ahora comprendo tu pasada decisión porque me encuentro, otra vez, realmente confundido escribiéndote a miles de kilómetros y pensándote casi obsesivamente a cada rato. Hay algo que se juega entre el deseo y las tradiciones y es el miedo que acompaña la decisión de romperlas. Fue esa sensación la que me detuvo dos minutos en el aeropuerto antes de despachar las valijas pensando en ir a tu casa para arriesgarnos una vez más. El miedo a romper todo me conduce en estos instantes que solo los transitan los cobardes que, en vez de expulsar las esquirlas del alma, las hunden.

 

 

XII

 

“Acababa de ver lo que queda de un hombre cuando a todo lo que es,

a todo lo que cree ser, se le resta la mujer que ama.”

 

El pasado – Alan Pauls  

 

Beni: ha llegado el momento en que la digitalización de la vida nos haya obligado a pasar del manuscrito al correo electrónico. Sí podemos mantener, por ahora, la disciplina del tiempo de envío. Siempre fuiste un nostálgico y eso era un aspecto tan codiciado en vos que a mí me encantaba. ¿Te acordás cuando fuimos a ver al Lorca seis veces “Dolor y Gloria” de Almodóvar? Lo recuerdo como si fuera hoy. Las caras de Lucha y el Maguito cuando le contábamos esa especie de compulsión eran indescriptibles. Y vos te reías tanto, pero contabas con tanta pasión el argumento que daban ganas de volver a entrar. Pero te decía que eras un nostálgico. Además, que no es casualidad que el mundo almodovariano te atrajera, porque siempre hay un hijo cooptado por el exceso de amor de su madre. Que el exceso de amor materno no te deja respirar, me decías, que te chupa con tanto ímpetu que pareciera ser que su deseo es volver al inicio del tiempo.     

A pesar de que te parezca una locura, todos los 11 de Septiembre te compro un libro y se lo doy al Mago para que te lo mande por correo, pero después me arrepiento diciéndole que se lo quede para él. Yo sé muy bien que nada de lo que escribamos tomará otro rumbo o no sé, pero son los únicos momentos en donde siento que mi deseo llega a buen puerto. ¿Quién sabe el rumbo de lo que escribimos? Son como dardos lanzados al aire; una vez desatada la fuerza quién podrá detenerla: otra fuerza. El choque amoroso, Beni, deja esquirlas y el nuestro no es la excepción.

Pasado los años, me encuentro en la terrible situación de saber qué quiero.

Cuando volví a verte en La Farmacia te oí tan feliz, tan poco temeroso, que pensé en la posibilidad de volver a enamorarme de vos. Me propuse pensarlo; se lo conté a Poly y a coro, junto con el mago me respondieron que nunca había dejado de estarlo. Sentí en esos instantes los mismos síntomas de la gripe, solo que una leve taquicardia confundía el diagnostico. Un par de días más tarde comencé a elucubrar con que tu llegada venia a colmar el espacio que me generaba la separación y entendí rápido que el egoísmo me rebalsaba. Cómo una se mete en líos sin haberse despojado de los anteriores. Ahora entiendo tu batalla con “la ideología del yo todopoderoso”. No se puede anticipar el acontecimiento como no se puede- permitime la cita- elegir la lluvia que te va a mojar a la salida del cine, no está en nuestras manos saberlo todo, yo creía que sí. Te deseaba aunque no lo supiera, siempre fue así.

Tengo tiempo para pensarme y pensarnos, sabés. Y vos, ¿pensás en nosotros? Yo ya sé que es muchísimo lo que te voy a pedir, pero confía, otra vez, en mí. Sé muy bien el daño que te hice y sé también que no puedo subsanarlo con palabras, pero no estoy dispuesta a sacarte de mi vida una vez más, ya no. Aquí vuelvo al principio: no sacarte de mi vida implica que vos quieras dejarme entrar en la tuya.

Te quiero

Luciana, alias la doctora.

 

 

 

XIII

“El veneno es vencido por el organismo no cuando es expulsado fuera de él, sino cuando de algún modo llega a formar parte de este”.

Inmunitas. Protección y negación de la vida – Roberto Esposito

 

Mago, en Madrid acaba de explotar una bomba en uno de los ramales más frecuentados. No ha sido una casualidad el horario: 7:30 Hs. Han provocado una masacre, los familiares de las víctimas están desesperadas. Si vieras cómo la penumbra levita en la ciudad a pesar del sol pleno te sorprenderías. Al estallar la bomba se me vino a la cabeza el atentado a la embajada de Israel en Argentina y tuve que contener la respiración por unos segundos porque sentí el mismo miedo. El mundo se ha transformado en un laboratorio de pruebas. La carrera es saber quién llega primero a destruir la mayor cantidad de recursos vitales. Una mínima dotación siniestra cristaliza destinos de millones de personas. Recuerdo siempre las discusiones que teníamos sobre qué hacer, en qué bando estar, cómo interpretar acciones como las de esta mañana. Cuando me levanté y escuché en la radio lo ocurrido, me dieron ganas de volver a Buenos Aires, pero me di cuenta que acá, después de largos años de estadía, sigo pensando como si viviera allí y  eso, me parece, es, por ahora, un buen consuelo.

Julia me pregunta por qué comienzo el día con una radio argentina y me río sin saber la respuesta. Hay algo que  llevas dentro tuyo siempre que no se puede dejar así nomás y es la esencia, o el contenido, según desde qué escuela filosófica se lo vea. Oportunas son las reflexiones sobre la ausencia de Cortázar en su país, en el nuestro, también. El cronopio les decía a los dueños de la cultura  que quienes le reprochaban eso no podían comprender cómo, su estadía europea, contribuyó indirectamente a la literatura argentina. A veces, Maguito, te entiende más el enemigo que tus propios camaradas.

Las manifestaciones en las calles condensan la indignación de mucho tiempo. Anoche, mientras caminaba por la ciudad, un grupo de jóvenes llevaba un letrero que decía: “para nuestro futuro no vemos más que precariedad”. Otro, con la foto del rey Juan Carlos con la leyenda: “¿Quién te votó? Una estudiante de la universidad escribió un ensayo sobre cómo ve a sus contemporáneos y lo tituló: Nuestra generación vivirá peor que nuestros padres, no encontramos trabajo, vemos negro el futuro" Cuando leo esas protestas, Mago, me pregunto qué mundo hemos elaborado, hasta qué punto somos culpables  y qué van a hacer esos millones de jóvenes que se sienten afuera de todo.

Finalmente, admití, por única vez, a un ex represor. Su condena está por salir y, muy posiblemente, sea extraditado a la Argentina. Aprovecharé todo ese tiempo para trabajar sobre eso. Ya he recibido todo tipo de críticas y hasta advertencias sobre mi lugar en la universidad. En otro momento te cuento.

Benicio.

XIV

“Entonces escribir es la forma de quien tiene la palabra como carnada: la palabra pescando lo que no es palabra. Cuando esa no palabra-la entrelinea- muerde la carnada, algo se escribió.

Agua viva – Clarice Lispector


Amigo, nos duele mucho lo ocurrido en Madrid. Me acuerdo del temblor que se apropió de los vidrios a medida de que la onda expansiva se dispersaba por todo los alrededores. Aún suenan en mis oídos el llanto desesperado de Tamara contándome que su padre se encontraba en el estacionamiento en el momento de la explosión. Cuando me contabas en primera persona lo ocurrido las ideas de impunidad se apropiaban de todos mis pensamientos. Yo digo, a veces, cada vez más, que estamos jodidos, amigo.

Por si no te enteraste, Lucha se fue a Bariloche con los chicos. ¿Te acordás que allá viven los hermanos? Arregló con Leandro que sería más saludable para todos hasta que calme un poco la marea. Hay miserias que se ven en estos momentos. Lo inquietante es dar cuenta de que uno las lleva encima y aparecen primitivamente y tiran al cesto toda la evolución. Qué aterrador no conocerse y, además saber que somos miles y miles de años condensados. Avances y retrocesos, edificación y destrucción.

 

                                                                  DOS AÑOS DESPUÉS


“Pero arriesgo, vivo arriesgando”.

                                                                                                                                                                        Agua viva – Clarice Lispector


Queridos amigos, doctora: Recién hoy me animo a escribir después de un largo periodo de ausencia. No quisiera alarmarlos, pero temo decirles que mi cuerpo ya no responde como hace un tiempo. Las células que me constituyen decidieron mutar arriconando todo lo bueno que aun me queda. Los médicos dicen que gracias a mi disciplina y a la medicación el tratamiento va viento en popa. Yo no les creo nada. Ellos tienen la evidencia, pero yo tengo la inexplicable señal anímica de que pronto acabará todo. Parece mentira pero, como nunca, duermo. Sé ve que la podredumbre debe alimentarse de lo poco que queda de vida. Los gusanos son fieles a todo lo que se pudre. No se siente nada, solo que la cabeza hace preguntas que ya no pueden responderse porque no hay tiempo ni lugar para pensarlas. Julia me alienta  y, pobre, tiene esperanzas de sobrevida. Yo dejo que viva mi desintegración, hay que ser muy egoísta para contradecir a alguien que ve como muere su amante.

Pienso seguir atendiendo un tiempo más. Me cuesta moverme con soltura, pero escuchar aun puedo. Dejé escrito cómo me gustaría que fuera el día después. Julia tiene una copia y la otra va adjuntada a esta pequeña despedida. Me hubiera gustado vivir un tiempo más, pero ya ven queridos amigos, no hay garantías porque casi todo  lo que vemos es mentira. Siempre voy a ser fiel al deseo y a todo lo que este trae, a pesar de que puede convertirse en el más encolerizado enemigo. Acá llueve fulminantemente. Pareciera que el fin del mundo se acercara: ¿Tronará ese día? La feroz intensidad de la tormenta castiga sin cesar el techo de la biblioteca. Asi me siento a veces: castigado, pero resistente.

Hay cosas que ya pierden sentido cuando uno comienza a dejar de ser.

Benicio

                                                                       FIN.

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