Mi abuelo, la dictadura y el ciclón

 

A la memoria de mi abuelo  y

a Diego, mi querido amigo.



Dentro de unos pocos días se conmemoran 45 años del comienzo de una pesadilla para nuestro país. El 24 de Marzo de 1976, a la cabeza del Teniente Gral. Jorge R. Videla y, de un fuerte apoyo civil, se produjo el último golpe militar en Argentina. Las consecuencias de la dictadura ya son de público conocimiento aunque todavía algunos  grupos minúsculos dudan de aquellos hechos.  A pesar de ello, a pesar de los muertos, de los desaparecidos, el plan macabro que se llevo adelante que no solo dinamitó cualquier intento de desarrollo económico sino que además, fracturó hasta nuestros días, nuestra historia cultural.

Mi carnet de socio dice que mi vinculo filial pertenece al club atlético Huracán y mi sentimiento también. Eso no significa que la ceguera ponderada por doquier prevalezca porque, este 24 de Marzo, también recordaré, entre otras cosas, la expropiación por parte del entonces intendente metropolitano Brigadier Cacciatore, del viejo gasómetro, club del que mi querido abuelo fuera fiel seguidor. El 20 de Junio de 1977, en plena dictadura, un grupo de Madres de Plaza de Mayo reclamó, junto con algunos jóvenes, la aparición de sus hijos en lo que era en ese entonces el estadio de San Lorenzo. Basto ese pedido de justicia desesperado para que una campaña de difamación erosionara cualquier intento de reivindicación.

El brigadier Cacciatore, no solo se encargó de la expropiación del las instalaciones, también, el tan citado relator popular José María Muñoz, durante el mundial de 1978, instaba a las autoridades de San Lorenzo a ceder al pedido del entonces intendente de facto. No contentos con ello, varios testigos aseguran que el presidente de la institución, Vicente Bonina, perdió el rumbo cuando el militar le consultó sobre la vida de sus hijos.  Ya sin mucho margen para maniobrar, el 2 de Diciembre de 1979 el partido entre San Lorenzo de Almagro y Boca Juniors cerró las puertas de un ciclo para abrir las puertas a una debacle que continua hasta el día de hoy.

Cuando camino con mi amigo, socio refundador, por las calles de Boedo y veo en sus ojos esperanza por la vuelta del estadio, me pregunto por qué, quienes vamos a gritar “Nunca Más” este miércoles, no exigimos a las autoridades nacionales y locales que, de una vez por todas, el pueblo argentino, sea resarcido de una vez y para siempre. Porque aquí no se habla de “moral deportiva”, como se excusó el legislador Claudio Morresi  después de votar en contra por la vuelta a Boedo, aquí se habla de terror, de desaparición del patrimonio cultural y de la memoria colectiva. Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, consultado sobre la función del actual secretario de derechos humanos sobre la represión en Formosa dijo: “Antes que cualquier partidismo, por encima de ello, están los derechos humanos y el derecho de los pueblos.” Que empiece entonces a hacerse realidad el sueño de los que ya no están y de los que siguen adelante.

¡Sí a la vuelta a Boedo!

Memoria Verdad y Justicia.

 

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