“Estás llamando a un gato con silbidos.
El futuro ya llegó.
Llegó como vos no lo esperabas
todo un palo, ya lo ves.”
Patricio Rey
La conjuración, dice Derrida en Espectros de Marx, debería
asegurarse de que el muerto no volverá: deprisa, hacer todo lo necesario para
que su cadáver permanezca localizado, en lugar seguro, en descomposición allí
mismo donde ha sido inhumado, incluso embalsamado como gustaba hacerse en
Moscú. Si se aplicara en Argentina, esa conjuración, podríamos decir que aun no
ha llegado del todo a concretarse con muchos motivos. Lo novedoso de la
historia nacional reciente es, justamente la ausencia de novedades. La síntesis
tosca peronismo antiperonismo, hoy variopintamente, llamada grieta, anquilosa
cualquier intento de invención.
En su columna semanal, Martin Kohan, comentó un artículo
sobre Ezequiel Martínez Estrada firmado nada menos que por David Viñas. La
publicación data del año 1954, es decir, peronismo pronto a ser derrocado, o,
nacimiento de una nueva oposición. Dentro de esa ruda disputa, se preparaba lo
que sería el hospital de niños más grande de América Latina: el albergue
Warnes; todo quedó suspendido en 1955 cuando los libertadores golpeaban a un
gobierno democráticamente elegido. Una de las cosas por las cuales leo libros y
columnas de Kohan es por su pertinencia por estar fuera de lugares comunes.
Leer a Kohan permite pensar las cosas por fuera de la asfixiante grieta. Admite la
presunta idea que invita a cuestionar cuan beneficioso termina siendo para
ambos extremos. Recuerdo aun hoy a un hiperquinético Darío Loperfido intentando
justificar de manera dificultosa, casi al borde del paroxismo, sus
declaraciones negacionistas ante un Kohan extremadamente fino contemplando cómo
caía a pedazos su contrincante sin haberse desplazado ni si quiera un solo centímetro.
Curioso porque justamente, la lógica de la grieta
inmoviliza, anquilosa. Y si la realidad fuera un conjunto de flujos que van
desde un polo a otro y en ese camino atraviesa a las personas, esa muralla
interrumpe. Interrumpe no como un desvío sino como un final de recorrido. Pero cada
extremo goza a su manera mientras toda la calle del medio pide ser atravesada
por los flujos.
La antinomia “peronista - antiperonista”, escribe Kohan,
transcurre prolongada o eventualmente agravada por esta cosa tosca llamada
grieta, a decir de Viñas, se siente todo cerrado. Desde 1954 hasta nuestros días
se dio marcha a una máquina que retroalimenta contradicciones que son hasta
ahora paralizantes. Sin adentrarse demasiado en el prototípico argento se ve,
aunque invisible, pero no así ausente, el cordón umbilical por donde se
alimenta el engendro. Se verifica en forma de gran engranaje cuyo objetivo principal
es contener a la ley del valor o teoría del valor, es decir, el trabajo hecho
materia; dicho en otras palabras, la explotación constituida en mercancía.
Mark Fisher apesadumbradamente concluía en sus críticas
culturales que los futuros próximos parecen hoy cancelados, como parece
cancelada la lectura atenta sin que incurra el lector a las decenas de
distracciones. Queda la sensación de que todo es más de lo mismo, vale decir,
con Kohan, pasó ya un montón de tiempo. La pregunta fácil sería entonces: ¿qué
hacer? Por lo pronto, acudir a un objeto que perturbó bastante a ambos lados de
la grieta e incluso los acercó celosamente. Esa cosa se encuentra rápido en
internet y se llama: El Capital muy distinta a todo el puto ruido que repite como un mantra que el único futuro posible es gringar.