CREEN QUE LO DIGO TODO

 SEGUNDO EXPERIMENTO SEMANAL DE ESCRITURA Y REFLEXIÒN




En Te doy una canción, Silvio Rodrìguez dice: “Creen que lo digo todo” y, tal vez, este espacio sea una justificación para despedazar esa afirmación tan eficaz, compleja y por momentos contradictoria. 

Hablar no significa decirlo todo aunque es difícil explicar qué es lo que uno no quiere decir. 


Mientras suena La Consagraciòn de la Primavera de Igor Stravinsky, varios puntos del país son destruidos por el avance del fuego. Las consecuencias serán irremediables. Pero los culpables, que tienen nombre y apellido, apelarán a sus vínculos para que todo quede en la nada. Lo  incierto es el papel que ocupa el Estado en todo esto. Porque simplificarlo a la idea de que es el representante de los intereses minoritarios, es girar siempre sobre discusiones concèntricas. Sì vale aclarar y destacar, el proceder voràz, ambicioso de sectores del empresariado argentino que no escapa, claro està, a las eternas transformaciones del capitalismo.

Sería interesante abrir cuantas veces sea necesario, El Capital, sobre todo, el capítulo XXIV, para dar cuenta, de forma pormenorizada, el origen de lo que hoy se cree y se enseña que es la única salida. Claro, que es más entretenido ver cómo David Beckham le da el último adiós a su reina o analizar durante horas, los dedos del nuevo rey. Casi siempre, la tilinguerìa argentina estuvo a la altura de las circunstancias en lo que refiere a estas problemàticas. 


Como si esto fuera poco, la teoría de los loquitos sueltos se ha catalizado en tiempo record. A pesar del bombardeo mediático, la causa avanza y deja a las claras que el odio, como el amor, se siembra. Generalmente, y vuelvo al autor de El Capital, el primer sentimiento, florece en el lumpenaje. Es cuestión de buscar superficialmente por internet para tropezar con el mismo patrón en la constitución de los grupos de tarea de la última dictadura cívico militar. Y la civilidad es muy importante en este recorrido semanal dado que es también responsable de lo que ocurre, no es víctima.


CFK decidió volver a la contienda pública rodeada de curas. Un sector de la iglesia que demuestra que las redes de la caridad aùn ligan el quehacer doméstico. Uno de los clérigos más famosos, dijo a una radio que la vicepresidenta le pidió que rezaran por ella tomando como suyas las palabras del ex cardenal Jorge Bergoglio. Si solo queda rezar, estamos en grandes problemas porque al igual que las mercancías, en ese mundo, todo parece encantado.


Andy Warhol deseaba ser una máquina. De esa manera quizás, y con ese deseo imposible, podrían socavar las bases de una humanidad deshumanizada que corre tras las agujas de un reloj que ya no controla. A mi cabeza llegan las palabras de Julio Cortàzar: “Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aìre” Acontece el lugar que ocupa el sufrimiento en todo esto. 

 

Asegurar con total torpeza e ignorancia que el intento de magnicidio contra CFK fue armado, o que el gobierno conducido por el ministro Massa trabaja para calmar a quienes generan la inflaciòn, es abrir un sin fin de interrogantes que vislumbra un horizonte chato que solo promete ideas metafísicas. Habilita a la cancelación de nudos problemáticos esenciales para el desarrollo de un país a nivel cultural, social y político. Instala y refuerza el bozal represivo. Cancelar es evitar enfrentar los problemas. Y el problema es creer que cuando uno habla tiene razón y que, de no ser así, su verdad también debe ser respetada. Se equivoca quien piensa que la proliferación de verdades es buena salud para la libertad de expresión. Expresarse desde el odio no es tolerable y debe ser sancionado porque de ese modo se naturaliza la violencia. Una ley de medios fuerte, audaz y novedosa abre el camino para ello. Aún así creo que lo digo todo, pero todo ha cambiado desde Freud a esta parte.  


Anoche, muy poco antes de dormir, Miguel Rep y Sebastiàn de Caro, conversaban sobre la figura, el mito y la importancia de Leonardo Favio. Un artista popular que sedujo a propios y a ajenos. Que estuvo a la altura de cada momento que le tocó vivir porque todo lo que hacía Favio estaba condenado a ser genial. Sólo en la TV Pùblica pueden darse ese tipo de charlas porque lo público tiene objetivos políticos antes que económicos. 


Te doy una canción  insta a reflotar los problemas que parecen de ayer, pero son de hoy. Pugna por establecer vínculos con los condenados de la tierra. Pero para eso se necesita un plan. Uno que sitúe a la humanidad en el centro. 


Mientras tanto, la primavera, a paso lento, deambula para su consagraciòn, silenciosa, con disimulo.





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