Un purgatorio estilistico


Merleau Ponty dijo con otras palabras que para hacer cualquier cosa había que ser arbitrario. También escribió un libro que en lengua castellana se conoce como Fenomenología de la Percepción donde expone, más o menos, donde reconoce la fundación del conocimiento desde la experiencia de lo vivido. En la misma dirección, encontré algo sobre lo diferente pero sin rastros de snobismo. El libro de Esteban Prado “Por una literatura diferente” es una biografía exquisita, necesaria, sobre Héctor Libertella; una bitácora crítica, insisto, necesaria. Allí, se afirma lo siguiente: “la lectura de escrituras diferentes puede constituirse como un estímulo que cambie la percepción de quien lee y su modo de plantarse en el mundo.” Grandísima tarea, titánica en estos tiempos donde parece que el esfuerzo por comprender obras de arte complejas no debe superar 140 caracteres y donde el run run social parece estar limitado por las imágenes con sonido que ofrecen las plataformas digitales de entretenimiento. Frente a esto, ocurren cosas como la banda argentina Octafonic donde cada oyente decide su propia aventura. Artilugios que no convocan ni likes ni llenan estadios porque es una manera de hacerle trampas a quienes se auto perciben compositores, artistas o el nuevo rock. Creo que Octafonic continúa la tradición del hermetismo porque su propuesta se centra en  la incomodidad de no ofrecer la materia masticada. Ocurre algo parecido con “Una música” del escritor y sociólogo Hernan Ronsino y el film Blondi de Dolores Fonzi. Son propuestas donde hay que ir a buscar todo porque todo lo que percibe no es realmente lo que se quiere mostrar. Asunto poco común entre los nuevos artistas que, contrariamente, hay que hacer un esfuerzo para diferenciarlos porque no se distingue uno del otro.

Hace pocos días, Fito Paez se preguntó: “¿Está  mal no ser conservador?” No, claro que no está mal, pero el costo es alto porque lo primero que hay que eludir son las voces que acusan al portador como un viejo vinagre. Por suerte, Merleau Ponty sigue hablándonos en nuestras bibliotecas y Lennon y McCartney cada tanto soplan vientos de renovación como Piazzolla toca de vez en cuando en los escenarios locales.


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